Monday, May 2, 2011

De venganzas y casillas

Barbarie total. Un hombre muere desfigurado y es arrojado al mar. Hay fiesta en todo el mundo. Así es nuestra civilización. Así se nos ha enseñado. Nadie se mete con el imperio. Quien se descarrila, más temprano o más tarde (o justo a tiempo para salvar la reelección) terminará mal. Y no, no nos asombra ni nos duele en absoluto. Más bien nos da tranquilidad. Ya no hay que temer. Una vez más, se nos ha probado que la fuerza es el camino, y que el gobierno que tiene el garrote nos protegerá. Celebremos, pues. Un muerto más, un voto más, un paso más cerca de la paz sobre la tierra. 

Thursday, April 7, 2011

7 hacen ruido. Reseña de la Manifestación en Países Bajos. ¡Nos llamaron a la policía!


Estimados lectores, les comparto este texto escrito por Yolí Sánchez, mexicana que vive en Amsterdam, sobre su experiencia con la manifestación por la paz. 


CRONICA DE UNA MANIFESTACION: Holanda
Miles se unieron en las calles de distintas ciudades de México. Como residente mexicana en Holanda, recibí detalles (via facebook) de que habría actividades en la Haya, frente a la embajada de México en Holanda. Difundí la información lo más que pude, e invité a unos cuantos mexicanos que conozco que viven aquí.
Un amigo me confirmó, y la cita era a las 5 pm frente a la embajada, en la Haya. Cuando llegué, ya había 6 personas, dos de las cuales tenían entre 11 y 16 años, hijos de manifestantes. Yo era la séptima. Mi amigo Pablo llevó a su amiga Regina, hija de madre mexicana y padre holandés. Charo iba ataviada con motivos mexicanos y Amanda, a quien conocí vía facebook cuando me dijo que también asistiría, había preparado un cartel con información y unos folletos, y alrededor de las 5:40 nos acercamos a la embajada a dejar folletos en la caja de correos y a pegar el cartel con las siguientes peticiones :
  • Retirar al ejército de las calles
  • Dar justicia a los feminicidios de Juárez
  • Acción contra secuestros, desapariciones, grupos paramilitares, y persecuciones de activistas
  • Justicia para los pueblos Indígenas. No más Copala.
  • Respeto a los derechos de los trabajadores.
  • Alto a la impunidad de criminales y funcionarios implicados en crímenes y casos de corrupción.
  • Renuncia de Calderón y su gabinete.
A mí me parecen pertinentes los mensajes que Amanda nos hizo el favor de llevar, pero definitivamente no iba con este discurso previamente preparado. Creo que lo que nos llevó ahí fue sólo que, como toda la gente en México, estamos hasta la madre de ver lo que está pasando con nuestro país.
Nos quedamos afuera de la embajada platicando, compartiendo nuestras experiencias de vivir en Holanda, y compartiendo nuestros sentimientos por lo que sucede en México. Dentro de la embajada, nada. Sólo se asomaban tras las cortinas cerradas. Alrededor de las 6 pm, llega la policía (6 elementos, ¡cuando éramos 7 personas!), a preguntar qué estábamos haciendo. Les costó un poco de trabajo entender que personas desconocidas se reunieron por un mensaje que se difundió en internet y que fue organizado desde México por alguien que no conocemos, a raíz del asesinato del hijo de un escritor y poeta.
Las manifestaciones están permitidas en Holanda, pero hay que avisar de antemano al gobierno de la ciudad. Ese era un dato que no sabíamos, por lo que nos hicimos acreedores a una multa (el monto lo sabremos cuando llegue a nuestros domicilios). Los policías fueron amables, y se limitaron a tomar datos de todos los participantes y la declaración de Amanda, y a explicarnos como es el procedimiento de las manifestaciones y reuniones en Holanda. Nos pidieron que retiráramos el cartel, que no estuviéramos en la acera de la embajada y que nos retiráramos a las 7pm. También nos confirmaron que la embajada fue quien los llamó. Durante todo este proceso veíamos a los empleados de la embajada salir poco a poco, ignorando que estábamos ahí. A una de ellas le tocaron nuestros reclamos en alta voz: “NI UNO MAS, NI UNO MAS!!!”. Vimos a otros cuantos enterarse de lo que sucedía  a través de las ventanas.
Alrededor de las 6:20 salió el Jefe de Cancillería, el Sr. Gabriel Rosenzweig Pichardo, a platicar con nosotros y con la policía. Con suma diplomacia nos preguntó qué hacíamos ahí y contra qué nos estábamos manifestando (me extraña que hayamos tenido que explicarle ESO a un funcionario de la embajada mexicana!). Nos cuestionó sobre por qué no hicimos cita con la embajada o llamamos antes, que la embajada está ahí, para recibirnos y escuchar lo que los mexicanos tenemos que decir. Cuando le comenté que no llamar antes a la embajada no justificaba que llamaran a la policía respondió “esa es una opinión”. Claramente, (como pueden juzgar por este recuento) desconozco los protocolos de manifestaciones. Tal vez la regla no escrita dicta que se debe dialogar con la embajada antes de la demostración, como Javier Sicilia que se reunió con Calderón antes de la marcha, cosa que me parece cuestionable. Aún así me parece que en el caso de 7 individuos como nosotros, el sentido común definitivamente NO indicaba esconderse tras las cortinas y enviarnos a la policía, así, sin avisar, sin enviar a alguien de ellos que nos preguntara qué estábamos haciendo. Aunque se agradece el gesto del funcionario de acercarse a hablar con nosotros, conozco el lenguaje de la diplomacia y el mensaje entre líneas era: “Así no se hacen las cosas, en vez de manifestación debieron hacer una cita con la embajada. Fue justificado llamar a la policía y no recibirlos. Y por cierto, la inseguridad en México no es culpa de Calderón, no es un problema tan sencillo.” Mis compañeros(as) de la demostración podrán llenar mejor que yo este hueco, porque en ese momento dejé de escuchar lo que decía.
Los policías le hicieron unas preguntas, suponemos que para corroborar que no pertenecemos a organización alguna y que nuestra historia (facebook, marchas en México, etc.) era legítima. A las 6:45 nos dimos cuenta que el embajador se había salido del edificio mientras hablábamos con el funcionario que se acercó, y concluimos que no tenía caso quedarnos. Bastante molestos por la actitud de la embajada (que dice mucho acerca de la política del gobierno de México, y la línea que reciben las embajadas respecto a este tipo de expresiones de opinión), y elucubrando entre chistes acerca del monto de la multa, nos retiramos a nuestras casas.

SIGO hasta la madre, y ahora más molesta porque nos llamaron a la policía de forma, como yo lo percibo, injustificada. Molesta porque el diálogo pudo haber sido muy distinto, cuando lo único que queríamos era expresar nuestra inconformidad con los acontecimientos en México y la indiferencia del gobierno. Molesta porque JUSTO lo que nos tiene hasta la madre son actitudes como esta. Hasta ayer, no tenía nada en contra de la embajada per se. Sólo era el lugar donde íbamos a manifestarnos. A partir de ayer confío aún menos en la voluntad de quienes nos gobiernan para conversar y dar un trato justo a sus connacionales  y voz a nuestras preocupaciones.
Asistieron:
Amanda Delgado
Charo Mares
Pablo López
Regina Pasmans Sandoval
Leonardo Cruz
Oliver D. Galván
Estopa (cachorro propiedad de Oliver)
La autora de esta reseña, Yolí Sánchez

Contacto: yoli.sn@gmail.com







Monday, March 28, 2011

Sobre la participación de las fuerzas armadas en labores de seguridad pública. El discurso oficial.

No es nuevo y todos los sabemos: las fuerzas armadas, por definición, no deberían participar en las tareas de seguridad pública. Tan lógico es, que últimamente se ha convertido en nuestro elefante blanco. 

Pero no siempre fue así. Remontémonos en el tiempo a los inicios de esta estrategia del Gobierno Federal (o no tan a los inicios, para ser más breves). Yo me acuerdo claramente de las palabras del Lic. Gómez Montt, en esos entonces Secretario de Gobernación, al rendir su informe ante el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, en febrero de 2009. Ni siquiera esperó a que se lo preguntaran en el diálogo interactivo, sino que una de las frases últimas de su discurso giraba en el sentido de reiterarle a la comunidad internacional que la participación de las fuerzas armadas en las tareas de seguridad pública era subsidiaria y estrictamente temporal. Aún me retumba en los oídos su voz al decirlo. Enfatizó muchísimo en esas tres palabras. Fue algo así como: "subsidiaria y es-tric-ta-men-te temporal". Casi poético.

Me pregunto en dónde quedaron esas palabras. Al parecer, el día de hoy, dicha participación ya no es ni tan subsidiaria ni tan estrictamente temporal. Peor aún, en estos momentos se debate en la Cámara de Diputados la iniciativa del Ejecutivo Federal para modificar y añadir ciertos artículos a la Ley de Seguridad Nacional. Entre los cambios propuestos, se incluye un artículo que estipula que las fuerzas armadas deberán participar en las labores de seguridad pública toda vez que se haya emitido una declaratoria de afectación a la seguridad interior. 

Claramente, lo subsidiario y estrictamente temporal se lo ha llevado el viento.